Introducción

Sí, todo el mundo sabe que a un tren lo dirigen los rieles y a un automóvil el conductor, al menos mientras no viajemos de forma autónoma. Por cierto, ¿por qué hablamos tanto de este tema con los
automóviles cuando evidentemente sería mucho más fácil de hacerse con los trenes?.
Claro que ya existe el metro sin conductor, pero ¿por qué seguimos teniendo trenes tan largos que viajan a 250 km/h?. Si los motores están en el chasis a partir del ICE 3, ¿por qué no pueden viajar de forma
autónoma, por supuesto, con un panel aerodinámico en la parte delantera?. Piensa en los posibles tiempos de ciclo.
Volviendo al tema. La dirección corta la dinámica lateral del chasis. Ese es su dominio. Hay características especiales de diseño que distinguen, por ejemplo, un eje delantero direccional de un eje trasero no
direccional. En este último sólo se encuentran algunas similitudes en unos tirantes, aunque están unidos a los bajos de forma móvil hacia dentro.
Allí falta el resto que compone un sistema de dirección. Entretanto, es increíble la cantidad de tareas que ha asumido la dirección. El mecanismo de dirección, la columna de dirección y el volante ya no son
suficientes. Al fin y al cabo, la dirección siempre ha tenido una relación de transmisión. Pero antes tenía una función completamente distinta.
A pesar de tener más juego, la dirección era mucho más dura. Esto tuvo que compensarse con relaciones de desmultiplicación mayores y, especialmente en los camiones, con volantes más grandes.
Resultado: eran necesarios muchos más giros del volante de un tope a otro. La contradirección, por ejemplo, en realidad sólo era una opción para los coches deportivos y de carreras ligeros. La dirección no era
divertida, pero sí necesaria para tomar las curvas.
Las maniobras eran agotadoras porque había que girar las ruedas sobre la marcha. Al fin y al cabo, los neumáticos no eran tan anchos y adherentes como ahora. Puedes hacerte una idea girando el volante
con el motor apagado. Generalmente, la dirección también era la que tenía mayor cantidad de engrasadores. La sustitución de los casquillos deslizantes formaba parte del repertorio normal de un taller.
Es impensable que la relación de transmisión hubiera cambiado durante la marcha o que las ruedas hubieran girado sin girar el volante. En esa época, ante las circunstancias descritas, la asistencia de la
dirección no se encontraba en los vehículos producidos en serie. La dirección seguía siendo mecánica, incluso después de que la electrónica ya había llegado a los vehículos hace mucho tiempo. Sólo el
sistema hidráulico había encontrado aplicación como dirección asistida.
Todos los demás componentes son prácticamente irreconocibles. Basta con mirar la columna de dirección, originalmente recta, que, dependiendo de la parte delantera del vehículo, sigue un camino casi
sinuoso desde el volante hasta el mecanismo de dirección. A veces está diseñada de tal forma que ni siquiera es necesario cambiar este último al cambiar al volante a la izquierda. Y a pesar de tener dos
juntas universales, sigue libre de holgura.
Las articulaciones permiten ajustar la altura del volante y los dientes longitudinales permiten variar la distancia al conductor. Ya no es necesario girar el volante para que el perno de bloqueo de seguridad
encaje. Hay vehículos en los que se bloquea en cualquier posición.
Probablemente ninguna parte del sistema de dirección ha cambiado tanto como el propio volante. De un simple volante redondo a un centro de control central con botones, mandos giratorios, deslizadores y
levas para funciones tan sofisticadas como el control de crucero adaptativo y el manejo de la pantalla central. Lo único que falta es la pantalla en el propio volante. ¿No puede algo así distraerte del flujo del
tráfico?.
Sólo falta mencionar el airbag, una innovación importantísima en el campo de la seguridad pasiva. Y como ahora es posible controlar su activación de forma muy precisa y en función de las necesidades, ya es
imposible imaginar un automovil sin ellos. Hasta ahora se han rechazado todos los intentos de modificar la dirección de manera aún más radical, por ejemplo mediante el 'Steer By Wire', debido principalmente
a la normativa legal.
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