Cómo la palabra griega 'hidro' lo indica, se trata en la hidráulica de transmitir el movimiento por el 'agua'. Desde su comienzo en el siglo XIX, se desarrolla rápidamente de una transmisión por agua un sistema hidráulico por el aceite, el que en realidad se debería denominar en épocas más recientes con la palabra clave 'Emulsión'. Porque frecuentemente se mezclan ambas sustancias, con el fin de aprovechar las propiedades del aceite por la inhibición a la corrosión y el agua por tener la doble capacidad para transportar el calor.

Para el sector de la automoción basta por lo pronto la hidráulica por aceite, aunque últimamente también existe en la fabricación un avance interesante con el conformado bajo alta presión del agua. La hidráulica abunda en el turismo mucho, aunque sea especialmente en el área (Fig. 5 y 6) de la dirección asistida frente a las carencias que presentan las soluciones eléctricas. Así quedan aún bastantes aplicaciones, tales como los componentes de suministro del motor llenos de combustible (Fig. 7 y 8) y de aceite, los amortiguadores con sistema compuesto y la transmisión de fuerza para el freno, donde se tiene previsto de reemplazar estos sistemas completamente por la electricidad, pero aún no parece realmente de estar listo para la producción en serie.

También se deberían mencionar aquí las áreas más pequeñas, tales como el abrir el techo descapotable o volcar la superficie de carga del remolque (Fig. 4), sin hablar de las posibilidades en vehículos comerciales. Y si piensa en lo que abarca esto, como por ejemplo en un taller de vehículos, donde se levanta un turismo con la plataforma elevadora o se rectifican y se des/montan piezas mediante la prensa. Por lo que ahora sólo hemos rozado un poco la producción de regulaciones importantes en los vehículos.

¿Qué es lo que favorece la hidráulica frente a las transmisiones de fuerza mecánica, eléctrica o neumática? Si se tiene la posibilidad de observar un sistema hidráulico manual como trabaja, cuando se saca por ejemplo un rodamiento fuertemente agarrado del asiento, entonces lo primero que llama la atención es la enorme fuerza que se puede generar con la propia mano, sin mencionar la potencia de la bomba (Fig.1). Para esto necesita una mecánica muchos piñones de engranaje y con ello energía motriz o brazos largos de palanca con gran libertad de movimiento. En comparación a la neumática gana aquí la inmediata transmisión de fuerza, lo que con el aire comprimido aún se tiene que generar con la presión y entonces tal vez ya es demasiado tarde.

Tan suave como se ponen los procesos hidráulicos en marcha, esto le causa por ejemplo al sistema eléctrico aún problemas. Piense en el proceso del acoplamiento automático, donde aun domina el convertidor de par todavía al embrague accionado por la electricidad. Aquí se descubre también una desventaja de la hidráulica. Cuando no se puede generar la presión a mano como con la prensa del taller manual, entonces se tiene que generar la presión sobre compresores y distribuirla a un circuito de tuberías, lo que cuesta mucha energía. Esta presión tiene que estar siempre disponible, aunque no se necesite por el momento.

Ahora tenía que seguir nombrando la protección de la sobrecarga más fácil, el cambio rápido del movimiento, la transmisión de fuerza sobre largas distancias, el resumen más fácil de todos los procesos de control y automatización y el desgaste más bajo a causa de la lubricación por aceite. Por supuesto existen también desventajas. Así que frecuentemente resulta caro el sistema hidráulico y su aceite se puede sobrecalentar. Por ejemplo, como una excavadora tiene un alcance corto, puede accionar el motor más fácil las ruedas solo por la hidráulica, pero también se pierde más energía.

Más que nada es, el constante riesgo de fugas y el trabajo de tener que vaciar bastante aceite del sistema con cualquier reparación pequeña, para que al final tener que volver a rellenar y purgar el sistema del aire. También requieren las pequeñas tolerancias al fabricar ya por si un cierto estándar industrial. 04/12

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